4 de Marzo de 2018.

Estuvo lloviendo toda la noche pero por suerte amaneció despejado, lo que ayudó bastante al camino.

Siguiendo la guía de Eroski del camino de Santiago, mi plan original era parar en Portomarín. La guía es gratuita y está bastante bien.

Empece a caminar junto a Kseniya, una chica rusa que está haciendo el camino sola desde Leon.

El camino en algunas zonas estaba completamente mojado y tocaba pasarlo de piedra en piedra.  Cruzamos varios pueblos y en todos estaban los bares y tiendas cerradas, salvo una tienda de souvenirs donde sonaban temazos de rock y el dueño siempre tenía una sonrisa en la cara con el que bromeamos un rato sobre las distintas épocas del camino. Ahora no hay nadie y en verano es una locura. El sello de esa tienda es de lo más original, un punk tocando una guitarra eléctrica.

Una vez llegamos a Portomarin comimos en el restaurante Pérez, buena comida aunque con todo cerrado tampoco podíamos elegir. Al terminar y viendo que me encontraba bien físicamente y que en el camino apenas vimos a 4 más decidí seguir con Kseniya hasta Gonzar, donde ella tenía marcado hacer parada.

El camino hasta Gonzar me pareció 50% muy bonito y 50% monótono. El que haga el camino por motivos que requieran pensar mucho esos tramos le pasarán rápido pero yo, a estás alturas, creo que ya no necesito pensar si no seguir para adelante.

«No hay restaurante,
No hay comida,
No hay bebida,
No hay nada»

Así nos recibía la hostalera en Gonzar, y no con mala cara, ¡realmente es que no hay nada! Por suerte ayer decidí comprar un fuet para emergencias.

Ahora a descansar bien porque mañana sí dan lluvia para todo el día.