15 de Marzo de 2018

Si vas a Fisterra no te puedes perder sus callejuelas, el Faro del fin del mundo, los multiples monumentos a los peregrinos, el castillo San Carlos, la iglesia de Santa María das Areas, y la ermita de San Guillerme. Y si vas con buen clima, no como yo, la playa de Mar de Fora.

En mi albergue me encontré con Juan, un hombre que lleva viviendo allí 3 meses, y me dijo que hay una calzada romana que pocos usan y que me lleva hasta la ermita. ¿Y si te cuentan que hay algo así qué haces? Pues vas. Por mañana cuando parecía que la lluvia paraba – lluvia mentirosa – fui a visitar el castillo, que realmente es más una fortificación de defensa del s.XVIII, y que ahora esta convertido en museo de pesca donde Manolo, que estudió en Cheste, y su ayudanta te explican de forma muy amena algunas historias muy curiosas y didácticas. Y tras una charla me comentan que Ézaro hay una cascada que desemboca al mar.

Tras la visita y con casi sin lluvia fui a buscar ese camino romano siguiendo las indicaciones de Juan y de otro local. Fue fácil de encontrar y mereció la pena. Es un estrecho sendero empedrado por los romanos y que se dirige arriba de la montaña donde están las ruinas de una ermita y con unas vistas panorámicas de Fisterra y el mar muy recomendables.

Mientras subía la lluvia apareció de golpe y ahí me quedé en medio del monte quieto donde menos aire hacía, con un paraguas rosa y controlando la hora para no perder el bus. Cuando paro un poco subí rápido evitando los charcos y el barro que pude. Las vistas valían unos pies mojados.

Bajé trotanto para no perder el bus de las 3pm y por su puesto con parada en Ézaro para ver esas cascadas que dicen son las únicas en España que desembocan directamente al mar.

Y después de varias fotos muy serias vuelta al bus para Santiago y a prepararse para, ahora sí, dejar España.