9 de Abril de 2018

Haciendo el checkout del hotel conocí a Noe, una costarriquense que se marchaba ya de Chaoen y que está viajando sola en un momento complicado en su vida y es de admirar la entereza con que lo acepta y lo lleva. Una vez en mi airbnb conocí a Taha, que cuida de la casa, Nuria y Andy, que se alojan ahí y conocen a la dueña y le hablaron bien de mi y eso me permitió quedarme unos días más, pues la dueña y unos amigos venían e iban a cerrar para unas reformas.

Al día siguiente Nuria y Andy se fueron y llegó Yanina, la dueña, y sus 2 amigos. Buenas personas. La casa está mucho mejor que el hotel anterior, mucho más acogedora y además coincidía con gente agradable con quien hablar. Si vais por allí buscarles en airbnb.

Pero lo malo es que durante estos días la lluvia y el frio no ha parado ningún día y solo he podido disfrutar realmente de la ciudad unas horas al día. Pese a eso la ciudad es encantadora, sus casas y calles pintadas de azul, rincones decorados, escaleras que suben y bajan (no se puede decir que sea una ciudad accesible para todos). Además de esto su gente y sus precios son más agradables que los recuerdos que tengo de mi anterior viaje a Marrakech.

Los 4 días que paso aquí van entre lluvia, callejeando en cuanto para, ofertas para fuma, visitar plantaciones o casas donde procesan. Todo forma parte de la oferta turística de la ciudad. El último día salgo a visitar la mezquita de los españoles desde donde se ver una panorámica de la ciudad azul.

No he podido disfrutar de la ciudad como quería, ni hacer todas las fotos y visitas que quería, pero me voy contento de esta ciudad a la que os recomiendo escaparos alguna vez.