19 de Junio de 2018

No conozco mucho de Haifa, solo que es más moderna que Akko y que tiene unos jardines patrimonio de la UNESCO. Me bajo del tren y me dirijo al barrio alemán donde está mi hostel.

Por el camino primero paso una zona no muy atractiva que enseguida cambia al llegar al barrio alemán, calles limpias y cuidadas, edificios bonitos, restaurante con estética cuidada. También el hostel está muy bien, bien cuidado, con una zona común con tv donde socializar con el resto de huespedes. Al contrario que me paso en Akko donde esperaba quedarme 2 o 3 noches y me fui a la primera, aquí contaba con estar 1 y fueron 3. El ambiente en el hostel es agradable y por las noches nos reunimos unos cuantos para ver la tv y hablar. Aquí conozco a Milli, que habla español con un acento muy gracioso y que está acompañando a su madre que tiene que ir al médico en esta ciudad, y a Ruby, que se tomó un tiempo para viajar y que ya coincidí con ella en Akko. También hay un israelita de mi edad con un pensamiento bastante descontento con su país y la vida que hace que de vez en cuando las conversaciones grupales sean muy interesantes.

El tercer día la pareja alemana, Ruby y yo vamos un día a hacer la visita a los jardines Bahai en Haifa. Yo no tengo ni idea sobre esta religión, ni porque tienen jardines tan bonitos. La entrada es gratuita y va con un guía que hará la explicación de todo. Lamentablemente Ruby no pudo entrar, se olvidó que al ser un templo sagrado tiene que cubrirse hombros y al menos hasta las rodillas. Yo tampoco lo pensé pero mis pantalones cortos están al límite para de lo exigido. También ellos podrían ofrecer para estos casos algo para cubrirse.

El jardín es precioso y todo lo que cuenta la guía que hace el tour sobre la religión Bahai suena realmente bien, utópico. Se mantienen con sus propias donaciones, predican la no violencia, honradez, … me gustó especialmente el comentario sobre que no adoctrinan a los niños y son estos una vez con mayoría de edad los que deciden libremente seguir la religión o no y me hizo gracia el de que el jardín es bonito porque simplemente les gustan las cosas bonitas y la elección de colores, formas o construcciones no tiene relación con la religión si no con lo bonito. Suena genial de primeras para el que sea creyente, pero claro, en la superficie 😉

Terminada la excursión vuelvo al hostel a comer y después me voy a la playa en tranvia. Ya rojillo y volviendo al tranvia me cruzo con Ruby y un chico ruso que esta de voluntario en el hostel y se han dado la paliza de venir andando. Me quedo con ellos hasta la puesta de sol y volvenos en tranvia.

Es una buena vista para mi último día aquí.