15 de Septiembre de 2018

Última parada en India. A orillas del rio Ganges está una de las 7 ciudades sagradas del hinduismo, Varanasi. Son cientos, miles las personas que vienen hasta aquí para bañarse en el Ganges y limpiar su alma. Aquí la muerte y la vida conviven de igual manera. No habrá día en que no veas un grupo de personas cargando una pequeña anda de un color llamativo que se dirigirán rápido a unos de los crematorios que hay a orillas del río, pues no cargan otra cosa que un muerto. En las estrechas calles pegadas al río conviven habitantes y turistas, hindus, vacas, tiendas de souvenires, minimercados, tiendas de ropa o de flores, vendedores callejeros, templos, perros y cabras, peregrinos que se acercan a purificarse o como coincidió en estos días que van a bañarse en las aguas de algunos de los templos de fertilidad. Varanasi es un lugar al que venir.

En mi bus nocturno a Varanasi coincidí con un hombre australiano, Willian, que va a estar 2 noches y después va para Nepal, como yo. También viajan otras parejas de mochileros, es el primer bus que tomo sin ser el único extranjero en el. De echo no es fácil encontrar trenes Agra-Varanasi y la mitad del bus la ocupamos extranjeros mochileros. Es buena idea hacer equipo con William y me alojaré en el mismo hostel que además es uno de los más conocidos para los mochileros. Tras el típico regateo cansino con los del tuktuk llegamos al hostel para descansar un rato, buscamos un agente de viajes para comprar el billete de tren hacia Gorakhpur sin suerte para seguir el viaje hacia Nepal. Por la noche salimos a dar una vuelta sin rumbo, no muy lejos del hostel hay un «Ghat» (escalinatas) y enseguida nos quieren vender una excursión en barca para ver una ceremonia de Assi pero no tenemos ganas y seguimos andando por unos callejones donde siguen intentándonos vender la barca. Caminando un poco más damos con las escalinatas donde se celebra la ceremonia y la terraza de un restaurante desde donde se ve la ceremonia perfectamente.

La ceremonia dura una hora, pero lo cierto que para los que no la entendemos se nos hace muy pesada después de 30 minutos. Por hoy ya hemos tenido suficiente.

Al día siguiente nos fuimos primero a una agencia de viajes para intentar conseguir un billete en la reserva de asientos que abre a las 10am y esta vez conseguimos los 2 billetes. Con la tranquilidad de tener los billetes fuimos callejeando hacia el templo principal pasando por varios templos y crematorios. Por desgracia con las lluvias el río está muy alto y no se puede ir directamente de templo a templo sin pasar por la casilla de las calles interiores. Además la corriente es muy fuerte y tampoco dejar navegar a las barcas. Willian se atrevio a meter las manos en el rio yo ni loco.

Las callejuelas son de lo más fotogénicas así como la gente andando por ellas. Pasamos por una calle estrecha llena de mujeres en el suelo a ambos lados. Me da la impresión de que estén pidiendo o esperando que les den comida. Andamos un poco más y llegamos a una pequeña plaza con un templito, está lleno de mujeres con niños, preparan comida y parece un mercadillo. Andamos un poco entre la gente, en el río algunos se bañan o lavan ropa.

Cuando nos vamos me acerco a un hombre que está haciendo fotos con el móvil y parece el seguridad del edificio donde está. Le pregunto sobre este mercadito que no lo es. Las mujeres están preparando comida para ofrecersela a los dioses de la fertilidad colocandola en el templo o en el río. A los niños pequeños les rapan el pelo como símbolo de que fueron concebidos tras las ofrendas a los dioses. Nos cuenta que a pocos metros está el templo de la fertilidad donde hay una piscina en la que parejas que no consiguen concebir se bañan y hacen una ofrenda. Entran al agua con ropas viejas que después cambiar por unas nuevas dejando las viejas allí.

Seguimos andando hacia uno de los crematorios. Llegamos a uno grande. Es moderno y tiene 2 crematorios bien preparados. No es muy interesante y nos vamos. Bajando vemos un humo que sale de un lugar cercano y allí nos dirigimos. Al principio del callejón hay un árbol enorme y tras el callejón muchos hombres con caras serias, William no se lo piensa y va hasta el final.

Llegamos a un pequeño espacio abierto, una pila de madera arde y un hombre tira varios troncos más, yo no veo bien si hay algún cadáver ya en ella, no tengo ese morbo para fijarme. A la izquierda una de esas andas coloridas con el cadáver debe estar aguardando su turno. Yo tengo suficiente y las caras serias de los hombres no invitan a quedarse ni hacer fotos.

Cuando salimos unos niños se acercan, uno pega un tirón de la mochila de Will, yo lo veo bien y no tiene nada en la mano con la que romper o rajar la mochila, no tiene más intención que la de molestar, su pequeño amigo le recrimina el acto, pero Will ya se siente más tenso y desconfiado.

Nos acercamos a varias escaleras más junto el Ganges, en todas hay alguien bañándose o lavando ropa. Se nota la corriente del río y ningún barco navega por el.

Callejeamos un poco más dirección al templo principal, el templo dorado del hinduismo. La gente es amable y nos indica la dirección o responde nuestra dudas cuando les preguntamos. Después de un rato llegamos al templo dorado, o más bien a los callejones repletos de tiendas que van hacia el. Varias personas se ofrecen de guías pero no dan mucha confianza y menos con algunos comentarios engañosos que hacen. Coloco mi mochila delante y nos metemos por un callejón repleto de gente, nos han comentado varias veces que tengamos cuidado con las mochilas en las aglomeraciones. Un vendedor en un muy buen nivel de español, pues parece que vivió en chile un año, me hace una explicación sobre el templo y varias cosas, aunque ante mi reiterada respuesta de «no voy a comprar nada» a su interés por enseñarme su tienda de seda poco a poco se va haciendo menos simpático y hablador. El vendedor dice que no podemos entrar en el templo al no ser hinduistas aunque nos habían dicho previamente que sí. Lo intentamos de todas formas. Después de varias indicaciones por parte de la multitud de policías que rodea el área llegamos a la entrada. Hay un español guardando las mochilas de sus amigos que han entrado. No se pueden hacer fotos y solo se puede entrar con dinero y además el pasaporte si eres extranjero. Will entra primero y yo me quedo, Will sale rápido al entender que no le dejaban entrar y al poco vuelven los españoles que sí consiguieron entrar. Solo que hay rellenar un registro y comprar una ofrenda para el dios y puedes entrar. Y eso hago yo. Me descalzo, compro la ofrenda más barata, 10 rupias, me mira, me da igual y entro. Es interesante pero nada comparable al templo dorado de Amritsar. Hago mi ofrenda y un monje me pone la marca blanca en la frente.

Will tiene ganas de ir al templo de Sarnath, parece que es un lugar muy importante para los budistas y en el hostel nos recomendaron ir. Aquí Buda predicó por primera vez sobre el budismo. Paro a un tuktuk y le pregunto cuanto por ir a Sarnath. 100 rupias. Ni regateo, nos subimos y al poco el chico empieza a preguntar , solo entiendo Sarnath, pero es evidente que no tiene ni idea donde tiene que ir y le voy indicando con google maps. En un momento el chico se baja, tiene las piernas deformes y anda sobre las manos. Tras 1 hora llegamos y el chico pide 200 rupias, nos parece justo pues está muy lejos. Nos sabe mal que se vuelva de vacío y le decimos que nos espere y le pagamos otras 200 por volver. Damos una vuelta por el lugar y lo cierto es que salvo que seas budista de verdad no tiene ningún interés. El ambiente está lejos de ser tan agradable como en McLeod. Hay una estupa pero vale 300 rupias entrar y no tenemos interés.

Volvemos a buscar a nuestro tuktuktero que nos sigue esperando. No pierde la oportunidad de pedir 100 rupias extra por hacer el camino de vuelta pero no nos parece un precio justo y se quedan en 200. Hemos visto buses públicos que van a la ciudad. Le pedimos que nos acerque al hostel pero por alguna razón no quiere que le muestre el google maps, hace una foto de la dirección del hostel que envía a alguien y arranca. No tarda en volver a pedir indicaciones y yo enciendo el maps. En un momento se desvía de mi ruta en el maps y tras media hora sigue pidiendo indicaciones. Pasa el tiempo y el maps cada vez que actualiza ruta muestra que estamos dando un rodeo grande y sigue indicando que nos sigue quedando 30 minutos. Yo empiezo a desconfiar ya. Por el camino recoge a varias personas que apenas pagan la tarifa local por sus viajes, 10 rupias. Ya ha pasado una hora y media y seguimos estando a 30 minutos del nuestro destino, no sabemos hacia donde nos lleva y ya no se lo dejo pasar. El no habla inglés pero mis gestos y nuestras caras hablan claro. Excusas sin sentido. Hace una llamada y unos minutos después llega un nombre en una moto, le acompaña su mujer y su pequeña hija. Es su hermano. No me da pena ni me valen sus excusas descaradas del tráfico. 10 minutos nos dice por una de las 3 rutas que google marca como 30 minutos. 30 minutos después llegamos a nuestro destino. El chico no pierde otra vez la oportunidad de pedir 100 rupias más pero no se las ganó.

Hoy hay un festival importante en Varanasi, miles de personas van a venir al templo de fertilidad a bañarse en su piscina y pedir que les ayude a concebir un hijo. En las calles había un extraña construcción con palos que creía era la futura construcción de una acera, pero realmente era una preparación para hoy, para limitar la cola de 2 kilómetros hasta el templo. Nos han dicho que miles de personas van a venir y que mejor evitemos entrar entre la multitud por seguridad de robos. De todas formas ver gente hacer fila india no me parece lo más interesante y mejor quedarse lejos del templo hoy 😉

Es mi último día en India. Dicen que India te cambia y es cierto yo me rape el pelo.