15 de Octubre de 2018

En Hanoi un catalan me habló de una isla tranquila en Cambodia, de arena blanca y agua claras, un pequeño paraíso donde se veía el placton luminiscente solo entrando unos metros en el mar. La isla se llama Koh Rong Sanloem. Esta junto a Koh Rong otra isla más famosa y grande y también muy bonita. Pero me gustó la parte de menos masificada en Sanloem.

Tras unas horas en furgoneta y un ferri llegué a la isla. Por el caminó reservé 2 noches en el hostel más económico en la playa de Saracen, supuestamente la más turística, con intención de cambiarme a otra zona de la isla después y pese a los servicios muy limitado y medio en construcción del hostel me quedé las otras 2 porque estaba a 2 metros de la blanca arena y la zona que más me gustó de toda esa playa, el curioso manager alemán DJ que le gusta el techno, que apenas había gente y el placton que podía ver en esa misma playa cada noche!

La vida en estos lugares tan tranquilos tiene que ir muy despacio porque no hay mucho que hacer más que hacer lo minimo posible. Por las noches con un grupo que estaban de voluntarios en otro hotel y una australiana, Slomit, que estaba en mi hostel e íbamos a cenar y tomar cervezas a un bar montado en un árbol enorme. Y por el día, sin que empezará muy temprano, salía a caminar y nadar por la bonita playa que tienes que andar 20 metros dentro para que te cubra, almorzar, tomar el sol, bañarme, comer, bañarme, andar, bañarme, cenar, una cerveza, dormir y repetir. Una vida muy dura.

Un día me fui andando, en la isla solo se puede andar (no hay motos ni bicis) hasta la Lazy beach. Por el camino no me encontré a nadie, creo que porque eran las 10am y la gente aun se estaba levantando o desayunando. En un momento vi varios monos a los lados del camino, me acerque un poco, saque el móvil para hacer unas fotos a uno pero parece que sería el macho y no le sentó muy bien, en un segundo se puso a gritarme en idioma monil mientras se iba acercando «aquí solo hay sitio para 1 macho y a ti te falta pelo» o algo algo así. Entonces vi los dientes del monete, que otros 2 monos se empezaban acercar y a varios más que no veía gritar por los árboles… y ya solo me quedó hacer que gritarles también, hacer unos aspavientos y golpear el suelo con un palo que había encontrado al principio del camino. Se asustaron cuando el palo se rompió haciendo ruido (yo ya me asusté cuando le vi los dientes al monete) y me fui alejando sin darles la espalda.

El palo lo cogí sobretodo por que el alemán ya me metió miedo de que habían arañacas y serpientes venenosas y nadie tenía antidotos. Pero la verdad que el camino es muy tranquilo si dejas a los monos en paz.

Con toda esa emoción me fui acercando a la playa. Primero cruzas un hotel de bonitas cabañas a primera linea de la playa y entonces llegas a esta playa aún más tranquila que donde yo estaba. Se veía poquita gente que debían estar alojados en el hotel. Es normal porque está apartado y hay que ir andando hasta allí cargando con las maletas o pagando un barco que te lleve.

La vista era realmente bonita, me quedé un rato y me bañe pero la verdad es que la playa de Salacen me parece mejor. En la vuelta no vi a los monos aunque se les escucha a lo lejos.

He dicho que por la noche se ve el placton? aunque no es tan luminoso como para poder hacerle una foto o un vídeo la impresión de ir entrando en el agua y poco a poco ves luces que van apareciendo y desapareciendo con tus movimientos y cuando te alejas lo suficiente empiezas a mover piernas y brazos para que se iluminen más. Si las luces de los bares y hoteles no están todas encendidas se ve mejor.

Por la mañana me encontré con una pareja de argentinos que venían en el mismo ferri que yo y parece que perdieron el que salía hoy de vuelta y les tocará quedarse una noche más y se volverá mañana en el mismo que yo. Lo bueno es que vamos al mismo sitio, Angkor Wat, y ya tengo compañeros de viaje.

Delante de mi hostel hay un muelle privado, blanco. Cada vez que paso quiero hacerle unas fotos así que le pregunté al manager de mi hostel si sabía de quien era y pertenece al hotel de al lado, me acompaño y pregunto si podría entrar y hacer fotos. La chica se quedo un poco extrañada pero dijo que ok. Ay muelle muelle! Fui a por mi cámara, mi trípode y volví corriendo al muelle, salté los tablones y el cartel de prohibido pasar, me acerqué hasta el final del muelle y cuando encontré el punto para la foto coloqué el trípode y la cámara, le puse el temporizador como había hecho decenas de veces y fui al trote hasta el final del muelle contando 1 segundo, 2 segundos, … 7 segundos. Para y posa. Vuelta hasta la cámara para revisar la foto. Es buena pero necesita un ajuste de ángulo. Click. 1 segundo, 2 segundos, … 7 seg … PUM! PLOFF! Media vuelta. El trípode esta en el suelo. No veo la cámara.

Corrí hasta el trípode. La cámara no está aquí! me acerque hasta el borde para ver como la cámara iba bajando lentamente. Una sonrisa me salió. Mi cabeza pensaba. En 8 meses viajando esto es lo peor que me ha pasado. Diría que es lo único malo que me ha pasado. Estoy en un paraíso y eso que se unde en el mar solo es un peso que ya no está. Si la cámara dejara de funcionar puedo comprar otra. Fotos se pueden hacer con el teléfono. Las experiencias se quedan en la cabeza. Y estoy en un paraíso.

Desde que me acerque al borde habrán pasado 30 segundos o poco más, es hora de saltar e intentar recuperarla, y esperar que siga funcionando. Uf! un momento lucidez me recuerda que en el bolsillo tengo el móvil y mejor quitarlo!. Al agua! la cámara ya estaba en el fondo, debe de estar a solo 3 o 4 metros. La recuperé y fui nadando sujetándola con un brazo fuera del agua. Nadé unos 30 metros así hasta que me acerque a la orilla. Salí del agua, volví a saltar los tablones y el cartel de privado y fui hasta el trípode. Una pata falló y por eso cayó. Bueno, rápido al hostel, lavar la cámara con agua dulce y dejarla secar. Parece que le entró agua a la lente, a la carcasa y a la tarjeta SD. Bueno, ya no se puede hacer más, me voy a cenar con Laura y Luciano y un último baño para ver el placton.

Al día siguiente junto a Laura y Luciano tomé el último barco que volvía a Shiaoukvillahe y nos juntamos con Shlomit que viajaba con otra compañía.

Por la noche Shlomit y yo tomamos un bus nocturno con buenas opiniones en internet a Siam Rep y Lau y Luciano tomaron el bus más económico pero que tenía malos comentarios. Todos tuvimos buen viaje llegamos bien a Siam Reap y los argentinos ahorraron unos euros. Yo me aloje en el mismo hostel que los argentinos ya que íbamos hacer equipo para alquilar un tuktuk y luego cruzar el borde con Tailandia.