21 de Octubre de 2018

Otro autobús para cruzar otra frontera. Desde Siem Reap hasta la frontera con Tailandia el viaje son unas 4-5 horas, que no se hace muy largo, pero la cola para cruzar si se hace un poco larga. Tras cruzar la frontera supuestamente el mismo autobus nos tendría que llevar a Bangkok pero por alguna razón dijeron que se «estropeo» y tuvimos que esperar una hora que viniera otro autobus.

En Tailandia venia decidido a probar los famosos insectos, pero la idea desapareció en la frontera cuando al cruzar un puente sobre un río vi una mujer con un puesto de cucarachas con un aspecto asqueroso y en el río lleno de basura una mujer rebuscaba entre ella.

Desde el momento que empezamos a ir hacia Bangkok la idea de que era un país pobre usado para fabricar ropa barata desapareció, no por lo de la ropa, si no porque todos los coches que veíamos pasar eran bastante nuevos. Durante el camino empezó a llover fuerte y ya no paró en todo el día.

Llegados a Bangkok nos dirigimos a la estación de tren y Laura y Luciano llegaron justo para subir al tren que les llevaba a su destino y yo compré billete para ir esa misma noche a Chiang Mai y empezar mi viaje de norte a sur. Subir a ese tren fue una muy mala decisión, solo quedaban billetes en la clase más económica un asiento duro e incómodo pero la peor parte fue que mi compañero de asiento, un alemán poco simpático y más grande que yo que se quedaba dormido sobre mi sin el más mínimo miramiento y que tampoco le importaba que le despertara cada vez para que dejara de apoyarse en mi.

Después de 12 horas llegué a una lluviosa Chiang Mai con un dolor de espalda importante y sin apenas dormir.